La dramaturgia teatral pelea con el minifundismo
Por Lourdes Abuide

Un cambio de ciclo trae unión entre creadores teatrales para abandonar el solitario oficio de la dramaturgia. Galicia despierta levemente al trabajo en comunidad que podría crear redes y prestigiar el oficio de creación dramática.

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Los creadores teatrales están, continuamente, nadando en un mar de arena, sacando los brazos, el cuerpo y hundiéndose otra vez. No es fácil mantenerse cuando los vientos que arrastran son demasiado fuertes. No obstante, existe ahora una buena generación de creadores teatrales que no ven recompensados sus esfuerzos en las posibilidades de que su obra sea representada. El dramaturgo y director de escena Alfonso Becerra dice: “El teatro es resistente porque es imprescindible. No existe un lugar en el mundo sin teatro. Las personas necesitan representarse. Se puede caer hasta donde sea posible pero nunca se ahogará completamente”. Así podemos apelar a la conocida frase del dramaturgo alemán Heiner Müller: El teatro es crisis. Se puede decir que vive de las situaciones inestables que se convierten en conflictos fértiles para la creación. Gran parte del arte vive de la crisis. La ausencia de conflicto no provoca interés y el hecho de que la dramaturgia se enfoque en un escenario difícil y con aristas le permite nacer en la adversidad y eso siempre resulta más interesante.
A la dramaturgía no se le otorga la importancia que debería tener como esqueleto de lo que luego será la futura pieza teatral. Antoine Vitez dice: “Una puesta en escena, tiene que ser antes una teoría, consciente o no, una regla en el juego”. Vivimos en un momento dulce en el que dramaturgos y dramaturgas están encontrando su sitio, como Sergi Belbel, Rodrigo García, Juan Mayorga y Jordi Galcerán en el panorama nacional o Santiago Cortegoso, Alfonso Becerrea, Manuel Lourenzo, Esther Carroleguas, Rubén Ruibal y muchos nombres más que podría citar en Galicia. De un buen texto pueden salir muchas y diferentes propuestas pero siempre con la buena semilla de la dramaturgia. Considero que estamos viviendo un momento fértil, con una nueva escritura dramática que está aflorando con fuerza desde hace unos años. Hay ingenio en Galicia, hay trabajo bien elaborado pero dudo que exista, en estos momentos, una recompensa en forma de visibilidad teatral. El problema viene de ese “minifundismo” que tenemos arraigado en el corazón y que nos impide saltar vallas para crecer, expandirnos y unirnos. En el fondo nos gusta el trabajo solitario y creemos que es mejor tener “nuestra pequeña leira” que una pradera compartida. Sin embargo, unir fuerzas en un arte tan minoritario como el teatral ayudaría a que cogiera esplendor. Con tantas ramificaciones solitarias el tronco pierde fortaleza y eso está pasando en la dramaturgia gallega. Hay una buena raíz, un momento excepcional para la creación, se están escribiendo buenos textos pero falta unión e interacción para sentirse parte de un grupo realmente compacto que sirva de fertilizante para el crecimiento de la dramaturgia gallega. No obstante, no todo es negativo. Varias iniciativas indican que estamos viviendo un cambio de ciclo y que si se saben jugar las cartas podemos reafirmarnos en un futuro fuerte y próspero de la dramaturgia gallega.
El nacimiento de la ESAD, Escuela de Arte Dramático de Galicia, en 2006, con una especialización en dirección de escena y dramaturgia hizo posible la formación y el continuo goteo de nuevos dramaturgos y dramaturgas que han aportado calidad y diversidad temática a la escritura dramática gallega. Hay buenos textos, aunque muchos de ellos no consigan salir del cajón del escritorio y estén abocados a la muerte lenta. El actor y dramaturgo Manuel Lourenzo no cree que se esté en un buen momento para la escritura porque considera que falla lo principal: El conocimiento de la propia lengua. Dice Lourenzo que hay una mayor preparación intelectual de los dramaturgos pero, por distintos motivos, hay un continuo empobrecimiento del gallego. Hay preparación, dice, pero falta riqueza lingüística, léxico y fonética diferenciada. Sin embargo al amparo de la ESAD se han escrito textos y creado compañías que fortalecen el sector y hacen buena la máxima: “cualquier tiempo pasado fue peor”. La ESAD contribuye a que exista industria teatral y una titulación propia en Dramaturgia genera una fuente de creación importante para que esta actividad sea fundamental y consiga activarse. Se empiezan a tejer redes entre creadores y está naciendo un espíritu de colaboración que debería madurar hacia conseguir una entidad propia en el conjunto del teatro gallego. Todo empieza en el texto, la escritura teatral es la semilla que hay que cuidar y prestigiar. Se trata de un género que tiene que recuperar su lugar prioritario y sin duda, en Galicia, lo está haciendo a través de varias iniciativas puestas en marcha en los últimos años.
En verano de 2017 se formó el I Torneo de dramaturgia de Galicia en la XXXIV MITCF de Cangas de Morrazo. Tener un alcalde dramaturgo y actor facilita que en una población de poco más de 26.000 habitantes se promuevan este tipo de iniciativas. El Torneo de dramaturgia, que llega este año a su segunda edición, consiste en enfrentar seis textos breves que el público tiene que valorar y votar sin saber de quien es la autoría. La idea ha partido de Esther F. Carrodeguas y de Santiago Cortegoso y en su puesta de largo ya tuvo un gran éxito. Realmente, es un juego del teatro en su máxima expresión. Un juego entre espectadores y cómicos. Uno de los promotores, Santiago Cortegoso, está muy satisfecho con esta iniciativa. Considera que “la dramaturgia, a nivel artístico está viviendo un momento muy dulce con una nueva generación de autores y autoras que están escribiendo y montando compañías con formas distintas de escribir”. Es el momento de innovar, de crear en conjunto y este tipo de iniciativas deberían expandirse por toda la geografía. Falla el apoyo institucional o quizás, también, la implicación personal del colectivo. En el fondo lo importante es creer que un proyecto teatral de creación puede arrastrar público y puede convertirse en referencia. En todo caso Cangas do Morrazo se ha convertido ya en una pequeña isla teatral en donde hay que estar para existir en el vasto mundo escénico. Iniciativas de este tipo ayudan a que existan también más representaciones teatrales.
Otra iniciativa interesante la promueve el Centro Dramático Gallego con la creación del grupo de escritura teatral “Dramaturxa” bajo la coordinación del director Manuel Lourenzo. A principio de año se seleccionaron 12 autores y autoras para esta primera edición que surge al amparo del programa de apoyo a la dramaturgia gallega contemporánea Dramaturxente. Los autores se reúnen periódicamente para reflexionar sobre la identidad gallega y escribir cada uno una pieza teatral. Se elegirán tres obras que serán llevadas a escena conjuntamente para una nueva producción del Centro Dramático Galego. El grupo trabaja de una forma colectiva: se reúne dos días al mes con cinco horas de trabajo intensivo para la puesta en común de los temas que están tratando. Para el director, Manuel Lourenzo “el trabajo colectivo en teatro es muy importante porque permite investigar, poner en común distintos lenguajes. La puesta en común es un mundo de riqueza y todos podemos beneficiarnos de ella. Es muy rico enfrentar ideas aunque cada uno tenga su estilo propio de escritura“.
El 19 de abril de 2016 se presentó la Asociación Galega de Dramaturxia llamada DramaturGA. Nació con la necesidad de poner en valor la dramaturgia gallega a través de una veintena de escritores que quisieron visibilizar la profesión, decir, de alguna forma que la dramaturgia gallega existe. Desde la asociación se crean jornadas de dramaturgia, mesas redondas con todos los sectores que tienen algo que ver con la dramaturgia y el teatro. Esta asociación demuestra que existe una generación de nuevos autores y autoras que están haciéndose un hueco y en algunos casos llevando sus obras a escena a través de sus propias compañías. El manifiesto de creación lo dice claro “mudarmos a historia, asaltarmos o escenario”. La asociación denuncia que la literatura dramática gallega “se ve relegada a la condición de tierra de nadie, minimizada por los estudios académicos ante el dinamismo crítico que presentan la poesía o la narrativa. Está considerada por el sector editorial más como una obligación institucional que como una apuesta comprometida“.
De todas estas nuevas propuestas salen textos dramáticos, sale ilusión por escribir, pero todo este empuje no se traduce en posibilidades reales de editar los textos. El dramaturgo Rubén Ruibal ganó en el año 2007 el Premio Nacional de Literatura Dramática con “Limpeza de sangue” que fue editada por Xerais. Aún así la obra no se representó hasta 2010 y Ruibal sigue teniendo problemas para editar sus obras. Esto no ocurriría con otro tipo de narrativas. Santiago Cortegoso dice que estamos viviendo un momento muy curioso, con un buen nivel de escritores dramáticos pero: “No hay iniciativas para apoyar la dramaturgia. En Galicia sólo existen tres grandes premios teatrales y alguno de ellos es bianual. Non hay becas, ni talleres. Para las compañías de teatro hay ayudas a la creación y a la distribución pero no para la dramaturgia.” Considera el autor, ganador de varios premios dramáticos que la única alternativa para hacerse un hueco es ganar un premio o hacer el montaje con compañía propia. Afirma: “Estamos en un país de minifundio, cada compañía monta y escribe sus propios espectáculos y el público va a los mismos montajes”. En estos momentos la Revista Galega de Teatro está realizando una labor importante en la difusión de textos dramáticos. Algunas editoriales están apostando por editar teatro y estaría bien no parar la cadena y que se consiguiera incentivar el consumo.
Pese a todo, algo está cambiando. Los últimos diez años han sido claves para crear escuela y oficio y de ahí parte el trabajo que se está haciendo ahora. Se están creando compañías que elaboran sus propios textos, a veces de forma colectiva. Hay dramaturgos y dramaturgas que consiguen consolidar sus piezas. Queda mucho camino y trabajo para conseguir que se valore la escritura dramática. Es necesario la creación de más premios a la dramaturgia y también que las compañías otorguen más prioridad al guión. Es necesario fomentar el teatro como lectura, llevar los libros a las salas y hacer del guión un raíl fundamental ante cualquier tipo de creación. 

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